Les faits sont têtus: Alán Carrasco en la colección de Berta Caldentey

En 1951, con una Europa aún gestionando sus propias ruinas, Hannah Arendt nos alertaba en Los orígenes del totalitarismo de que el sujeto ideal para la dominación totalitaria no era el adepto ni el fanático de una causa, sino más bien aquel para el que ya no existe distinción entre el hecho y la ficción, entre lo verdadero y lo falso.
Siete décadas después, en la mayoría de medios de comunicación y en no pocos análisis políticos el uso de conceptos como fake news, hechos alternativos o posverdad salpican nuestra cotidianeidad, a través de un permanente carrusel de declaraciones en las que unos y otros se acusan mutuamente de embarrar la realidad con la mentira y la paparrucha.
En el trabajo de Alán Carrasco existe un interés específico por desentramar algunas de las estrategias y trampas que se emplean habitualmente en la construcción de los relatos oficiales, pero también en encontrar los hilos invisibles, a veces casuales, otras veces plausibles, que complejizan la lectura direccional y rectilínea que se pretende proporcionar de los hechos históricos.
En la selección de obras que se presentan en la exposición Les faits sont têtus se confrontan algunas de las artimañas con las que se han construido buena parte del relato histórico-político, institucional y simbólico del siglo XX. Alán Carrasco compone con sus piezas un itinerario en el que no duda en disparar contra algunos de los propios mitos fundacionales de ese discurso, utilizando para ello como materia prima documentos y otras evidencias materiales de los acontecimientos en los que se inspira.

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