Criptomoneda y digitalización del arte: Poniendo orden en el nuevo desorden

Marisol Salanova
Marzo 16, 2022
Avelino Sala, "Black Rain Ethereum", 2022.
Avelino Sala, "Black Rain Ethereum", 2022.

El criptoarte parte de un recurso digital que incrusta en una obra datos como la información del autor, a quién pertenece y cuál es su precio de venta, tomando una pieza física digitalizada o una creación directamente virtual. En principio, otorga autonomía al artista para gestionar la venta online y acceder a un tipo de coleccionismo que se mueve en el mercado de las criptomonedas. Hasta aquí lo básico que nos han vendido sobre NFT, siglas de "token no fungible" para designar una unidad de valor que permite comprar y vender la propiedad de artículos digitales únicos y hacer un seguimiento de quién los posee a lo largo del tiempo. En el caso de que los soportes digitales sean estables y perdurables. También en caso de que no estalle la burbuja.


El auge de venta de obras NFT no hace más que poner el dedo en la llaga de los problemas que arrastramos del capitalismo neoliberal y que las nuevas formas de exhibir y coleccionar arte tratan de sortear. Plantearemos en este breve ensayo algunas preguntas y posibles respuestas al momento en que vivimos respecto al criptoarte, en líneas generales pero aludiendo al controvertido y brillante trabajo de un artista que colaborado con ADN Galeria como Daniel G. Andújar, quien tuvo una exposición en ADN Platform hace unos años. Para, en definitiva, poner en valor el arte que radiografía nuestra sociedad independientemente de su formato en este mundo híbrido en el que ejercer resistencia ante el orden establecido sigue siendo una ardua tarea.


A día de hoy, muchos jovencísimos artistas digitales, influencers y streamers como Ibai Llanos, habitantes de las redes más cotizadas, se están posicionando en contra de los NFT. ¿Por qué? ¿Cómo ha subido y bajado tan rápida su popularidad? La prensa sigue promocionándolos, no obstante la desconfianza ya no viene del miedo a lo desconocido sino de la propia experiencia. Incluso desde la crítica de arte, como me ocurre a mí misma, que al comienzo vi el potencial, comisarié una exposición de NFT y propuse que, bien empleada, la tokenización se trata de una herramienta útil capaz de democratizar el acceso al arte. Sin embargo, el criptoarte ha virado hacia cuestiones más volcadas en lo bursátil y en la especulación que en ayudar a los creadores. Se ha evidenciado que el criptoarte y los NFT son un producto más del capitalismo neoliberal rampante, que genera más desigualdades que otra cosa.


Recogemos el testigo del, ya desaparecido, historiador y filósofo búlgaro Tzvetan Todorov en su ensayo de 2004 "El nuevo desorden mundial" donde elogiaba el pluralismo con reservas. Ya entonces preveía que, si el neoliberalismo sustituía poco a poco a la democracia, nos encontraríamos en un régimen que ya no corresponde a la definición de democracia ni al orden que esta suponía. O sea, cuantas más opciones de promoción, de movernos en plena globalización, etc., aparentemente más oportunidades de democratización y de trato entre iguales, ¡Ah, esa pluralidad y diversidad tan esperada! Pero la homogeneidad es lo que se impone y tenemos la prueba en los NFT que se han popularizado, frívolos, sin contenido, para ostentación de quienes dan vida al sistema y los alimentan.


El filósofo también alertaba de la evolución de la tecnología y su uso para el poder, ya que facilita la vigilancia y el control de la población con el pretexto de garantizar nuestra seguridad. Los valores europeos de pluralismo y moderación se veían, según él, en situación de peligro y amenazados. Todo ello por el uso inconsciente de una tecnología cuyo alcance desconocemos y cuyos objetivos a menudo son oscuros. La tecnología debería de mantenerse al servicio del arte y no a la inversa, como sucede.


El 21 de mayo de 2021 García Andújar declaraba para El Español: "En los noventa, durante la burbuja de internet, creímos poder tomar las riendas, pero me temo que no supimos leer el código, el verdadero poder del lenguaje, la verdadera herramienta. La reciente fiebre del oro criptográfica y su representación visual en los NFT o la eclosión popular de la cultura viral de los memes ya ha cambiado las relaciones de poder dentro de la industria cultural. También hay artistas que están aprendiendo a adaptar códigos y técnicas para que el sistema especulativo del comercio del arte trabaje para ellos, y nuevas condiciones de propiedad predeterminadas generen un retorno automático para el creador desde la primera venta."

Durante la feria ARCO 2022 el artista mostró Digital Economy Principles QR pieza que es una escultura física en forma de QR y que lleva virtualmente a OpenSea, el mayor mercado online de las NFT. Con humor y gran inteligencia provoca que el coleccionista se pregunte qué está comprando y, sobre todo, en qué beneficia al creador su venta. Valía una "moneda virtual" pero su precio en dinero común se traducía en casi 3.000 euros. Otros artistas que habían vendido NFT en la misma feria se vanagloriaban. Andújar, observando como un hacker con ojo de filósofo, adoptaba otra actitud.


Los profesionales de la cultura nos situamos en un punto de apoyo, con una labor didáctica por delante respecto a este lío en el que nos hemos metido gracias a las grandes corporaciones que terminan por dominar cada uno de los sectores. El uso que vayamos a dar a esta tecnología y cómo se mantenga en el mercado es crucial para determinar las buenas prácticas, que sí son posibles, en detrimento del deseo capitalista neoliberal de acumular a toda costa, como si la felicidad se pudiera comprar y vender. Cualquier crítica al sistema está hecha desde dentro porque no podemos escapar a él, ¿O sí? Desde luego sí ejercer resistencia, corregir dinámicas, virar el rumbo hacia algo nuevo que se aleje de un modelo pernicioso, poniendo orden en el nuevo desorden mundial. Si no paramos, respiramos y miramos a nuestro alrededor pronto quizás cuando nos veamos obligados, tal vez por un apagón digital, sea demasiado tarde.