El mundo del arte contemporáneo ha sido tildado de vender humo, de llevar al extremo el concepto del aura o de no tener vinculaciones con la realidad que nos rodea. Un camino que iniciara ya el siglo pasado Duchamp pero que igualmente sigue siendo incomprendido por muchos o elevado a la genialidad por tantos que lo revisitan. Este es justamente el extremo que toma Pep Vidal en la muestra que ocupa la barcelonesa galería ADN con su muestra "Air de...". Un físico y matemático que usa el lenguaje artístico para reflexionar sobre la globalización y el deterioro del planeta con una estética cuidada y sencilla, una puesta en escena honesta y minimalista que da para muchos niveles de lectura.
Parafraseando a Duchamp y su "Air de Paris", Vidal ajusta su mirada analítica hacia lo que tenemos más cerca, llevando a elevar al Olimpo de las obras de arte nada menos que el aire. Un aire que viene envasado en un momento en que los envases y plásticos son un problema mundial.
Un aire, al mismo tiempo, puesto en cuestión por su calidad, y que presiona una Agenda 2030 con sus objetivos para el desarrollo sostenible. Como ya ha dejado patente en propuestas anteriores, su interés por los cambios más ínfimos le llevan a profundizar en las cualidades físicas y conceptuales de elementos determinantes, presentados en rollos de papel burbuja o fragmentos del mismo elegantemente enaltecidos en vitrinas. Un aire que nos rodea y posibilita la vida pero que el artista eleva, cuestiona y sacraliza en la muestra de forma interesante y desde la evocación.